1 . La dulce locura de los protagonistas
James
disfruta matando animales y está en modo búsqueda y captura de su primera
víctima humana: Alyssa. Alyssa detesta la vulgaridad del género humano y le
asquea relacionarse con cualquier persona excepto con una: James. Son dos
adolescentes marginados que se complementan en su excentricidad. Un proyecto de
psicópata y una aspirante a misántropa que, en pleno desarrollo de sus
emociones y personalidad, se encuentran el uno al otro en medio de toda la
incomprensión que los rodea. Están como una cabra y resultan encantadores. Pero,
sobre todo, son normales y corrientes, además de atormentados y delincuentes.
Puro amor. Tan blanditos que te quieres morir.
2. El free-pass a la mente de James y
Alyssa
La
voz en off no es algo ajeno en series y películas. Estamos acostumbrados a escuchar
los pensamientos de los protagonistas mientras sus acciones se desarrollan. Sin
embargo, lo que ya no es tan común es que sus reflexiones interiores se cuelen
entre los diálogos como si tal cosa. The End of the F***ing World te abre la
puerta al mundo interior de sus protagonistas de par en par, y es un mundo
precioso. Una vez dentro, te acurrucas en ese lugar donde está
‘lo-que-no-se-dice’ y te dispones a escuchar lo que ambos callan mientras
hablan.
3. La ausencia total de filtro + su
sentido del humor
En
los diálogos, en las acciones, en la actitud de todos los personajes e incluso
en la crudeza al retratar la sociedad. Es una serie inglesa, y se nota. Dibujan
con lápiz de hierro las cloacas del ser humano, pero lo hacen de una forma
simple, cotidiana, tan basta y delicada a la vez, que es imposible no reír ante
el panorama que te están pintando. Porque hay un chico que se llama Frodo.
Porque estamos ante ‘the end of the f***ing world’ y hay que huir del patetismo
sin perder la sonrisa.
4. Viene de un cómic, y podría ser una
película
De
hecho, lo es. The End of the F***ing World es la adaptación de la novela
gráfica homónima de Chuck Forsman en una serie de ocho capítulos de 20 minutos.
Pero si hacemos las cuentas, sale una película de aproximadamente dos horas y
media que, en un acto de lucidez, eligieron concebir como serie. Esta decisión
ha convertido la trama, simple y potente, en un cuchillo que avanza atravesando
a sus personajes igual que James y Alyssa atraviesan Inglaterra en su aventura.
Eso sí, es aconsejable mirarla de corrido para apreciarla en todo su esplendor
y ver cómo la historia se toma su tiempo para hacer del desarrollo perfección.
5. Que, al fin y al cabo, es una historia
de amor
Quizá
sea lo más raro de todo y es que, más allá de sus impertinencias, esta serie
cuenta la historia de siempre: dos adolescentes corrientes de un pueblo
cualquiera que van al instituto y solo consiguen encajar el uno con el otro. La
historia de un primer amor forjado en el dolor, la insolencia y muchas groserias.
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